Las manos de Jose A. Ramos, uno de los grandes timplistas de Canarias

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miércoles, 2 de marzo de 2011

Los velorios de paridas


Por Aníbal García Llarena

Una costumbre que reinaba en la isla de Fuerteventura desde muchos siglos era la visita, por partede amigos y vecinos, a casa de una parturienta del pueblo, para acompañar a la familia.

Permanecían en la casa hasta altas horas de la madrugada, así durante 10 y hasta 15 días. A veces se reunían antes de que la mujer diera a luz y hasta que se produjera la ceremonia del bautizo, en ocasiones retrasada por el buen ambiente festivo de los velorios.

Por regla general, se acostaba al niño en una cama bastante alta cubierta de grandes sábanas. Todo ello, según los campesinos, para evitar el contacto con los insectos(moscas, pulgas,…)

Normalmente, un joven iba anunciando por las calles del pueblo el nacimiento de un niño, tocando en las puertas de los vecinos e invitándolos al convite que iba a celebrarse, donde nunca faltaba un vasito de anís al entrar al recinto.

Estas gentes llevaban algunos presentes: gallinas, huevos, chocolate,…

La finalidad de estas fiesta o reuniones, era la de alejar a las brujas de la casa del recién nacido.

Éste era su origen, pero en realidad, estas reuniones, se convertían en un verdadero divertimento, donde se producían muchos bailes y juegos tradicionales como: el morro, la gallinita ciega, el pares o nones, o el anillito; siendo éste último el más usual, formándose un corro con varias personas con sus dos manos unidas. Un jugador en el centro, con las manos de igual manera y un anillo dentro de ellas. Luego iba pasando a cada uno de los participantes atravesando sus manos por dentro de las de ellos, y dejando el anillo en las manos de la persona que él quisiera en ese momento. Al final se preguntaba quién tenía el anillo. El que fallaba, iba al centro del corro.

Los velorios tenían un alto grado de sociabilidad. La gente se conocía y se deshinibía con el alcohol y con estos juegos a veces cargados de erotismo, pues, cuando alguien perdía, el castigo bien podía ser el cantar una copla, como el quitarse una prenda.

Debido a esto, y otras muchas cosas, los velorios se prohibieron por la iglesia bajo amenaza de 15 días de cárcel y 2 ducados de multa, y en caso de residencia serían excomulgados y entregados a la justicia.

Uno de los párrafos recogido en el libro de Mandatos episcopales de Betancuria del siglo XVII:
“Que cuando algún vecino le nace alguna criatura están por espacio de 15 días muchas personas así como mujeres, hombres, niñas y muchachos, y mozos, hombres casados y de otros estados, bailando y danzando con mucha descompostura y acciones torpes y deshonestas…

Les prohibimos y mandamos pena de 15 días de cárcel y de 2 ducados a nuestro arbitrio y costas, que ninguna persona de cualquier estado, edad y cualidad que sea, concurre en semejantes juntas en tiempo de noche, ni a los moribundos les asistan otras personas devotas que digan cosas de Dios, y no cantinelas y cantares profanos, y a los casados y a los de bautismo les mandamos con la dicha pena doblada no consientan estas juntas…”

Sin embargo, hay constancia de que estos velorios se siguieron haciendo hasta bien entrado el siglo XX.

Tenemos constancia de estos velorios en otras islas de Canarias.
Un ejemplo es en el pueblo de Ingenio (Gran Canaria), donde ha llegado hasta nuestros días los tan famosos “Aires de lima” o “Isa de la paría”, haciendo alusión a este evento.

Miren todos a la cama,
miren con mucha atención
y verán a la parida
con su niñito varón.
¡Ay!, ¡Ay!, mi corazón cátalo ahí.

martes, 1 de febrero de 2011

El Romance

Por Aníbal García Llarena

El romance es una composición poética destinada a ser cantada o recitada. Consiste en una serie de versos octosílabos de los cuales, riman de forma asonante los versos pares.

El arraigo del romancero en las islas es tal que, antes de ser investigadas en este campo, el investigador Menéndez Pelayo se adelantaba y exponía que, debido a lo periférico del territorio insular , el archipiélago canario iba a ser una de las mayores fuentes de romancero en su forma más arcaica.

Años después, otro investigador, Menéndez Pidal, lo repetía e incluso lo aseguraba: "No hay región en España o América que pueda dar resultados semejantes, pues es sabido que, tratándose de actividades de tradición , la pureza arcaizante es un privilegio isleño"

A parte de este carácter arcaico del que habla M. Pidal, Canarias es y ha sido siempre un lugar de puertas abiertas, con lo que no han dejado de arribar romances nuevos venidos de otros lugares, incluso, muchos de ellos, retornados junto con sus “dueños”.

A partir del siglo XV, con el fin de la conquista y la incorporación de las islas a la corona de Castilla, comienza una gran oleada de colonizadores llegados de muchos puntos de la península, sobre todo del sur.

Estos colonizadores traen consigo sus herramientas, sus vestimentas, y por supuesto su cultura y tradiciones, entre ellos el romance, pues había sido una época de esplendor del romancero, teniendo un importante espacio en la cultura ibérica. Pero luego comenzó a entrar en decadencia la creación de romances, no así sus reproducciones, y es el motivo por el que algunos colonizadores, como Juan Béthencourt Alfonso o Agustín de Espinosa, en su deseo de encontrar romances referidos a los guanches y a la conquista, se encontraron con un gran vacío.

Los romances comienzan a reproducirse y extenderse por el archipiélago, gozando de gran popularidad.

Trataban de muchos ámbitos, desde el infantil hasta el religioso, y se basaban en temas de guerras, amores, incestos, conquistas, religión,…

Más adelante, con la aparición de la imprenta, comienzan a distribuirse romances escritos en pliegos de cordel, también llamados “romances de ciegos”, pues eran los invidentes quienes los distribuían; mucha de las veces haciendo uso de una caja de música, con lo que se popularizaban también con una melodía determinada.

Los romances pueden tener infinidad de melodías, muchos tienen una melodía predeterminada, pero hay total libertad por parte del individuo para cantarlos de cualquier manera, dada su fácil adaptación.

Sin embargo, en islas como La Palma, La Gomera, El Hierro o Fuerteventura existe una forma denominada “estribillo romancero”, el cual se cree que es una de las formas más arcaicas de reproducir un romance.

Se trata de que una persona, “solista”, comienza el romance con un verso, que se convierte entonces en estribillo; llamado “pie de romance” en La Gomera y Fuerteventura y “responder” en La Palma y El Hierro.

Luego, cada uno, o dos versos, dependiendo del gusto o el lugar, el coro repite el estribillo. En ocasiones, tanto el coro como el solista, se pisan sus versos adelantándose a la hora de cantar.
Presento algunos ejemplos:

-¡Qué linda mañana, dama, amor, qué linda mañana!
-Por el monte va la niña, sola va y no va perdida.
-Por debajo de la arena, pisa el pulpo a la morena.

Muchas veces se trata del primer verso del romance que posteriormente reproducirán como estribillo, en otros casos, son versos determinados que no tienen que ver con el romance que van a cantar.

Hay que destacar que en las tres islas occidentales los romances van acompañados de tambor, por ejemplo: “La meda” en El Hierro, “Baile de las castañuelas” en La Palma, o el “Baile del Tambor” en La Gomera; este último ejemplo debemos destacarlo, pues la presencia del tambor en La Gomera es tal, que muchos no conocen los romances si no están acompañados por éste.

Una peculiaridad que nos presenta el romancero canario, a parte del ya citado carácter arcaico, es que se trata de una gran fuente de información en dialectología, pues existen muchos términos que sólo se utilizan en Canarias, ya sea léxico local, castellano antiguo o hispanoamericano.

Un ejemplo lo encontramos en uno de los romances más conocidos en el mundo hispano: “La Serrana”.

Mientras en la mayoría de las versiones recogidas fuera de Canarias, la Serrana pelea con su contrincante, en muchas de las versiones isleñas la Serrana “lucha” y se hace alusión a mañas de la lucha canaria.

En una versión de Tejina, a la Serrana la pasean muerta por la calle “La Carrera” (conocida calle de San Cristóbal de La Laguna)

Otro ejemplo, en “el Caballero burlado”, el cazador sale a cazar con un hurón en las versiones canarias, a diferencia de con un águila como lo hace en las versiones peninsulares.

Les dejo un ejemplo de dos romances, versiones de Isidora González, de 82 años de edad, de Roque Negro(ay. Santa Cruz de Tenerife). Recogidas por Aníbal García Llarena y Manuel Díaz González, el 13 de enero de 2006.

En la punta d’la ribera
está una niña bordando,
Con un letrero que dice
¡La guerra se está acabando!
Si la guerra no se acaba
la culpa la tienes tú,
que te vas para Alemania
con tu pañuelito azul.
Cuando salí de La Habana
de nadie me despedí,
tan sólo un perrito chino
que andaba detrás de mí.
Como el perrito era chino
un señor me lo compró,
por un poco de dinero
y unas botas de charol.
Las botas se me rompieron
el dinero se acabó.
Cuando mi madre lo supo
fuerte paliza me dio,
me tiró por una oreja
y a la calle me votó.


Novio que mata a su novia porque no quiso bailar

En un pueblito de aldea
señores voy a contar
Que un novio mató a su novia
porque no quiso bailar.
Pidió permiso a su padre
su padre no se lo dio,
sin permiso de su padre
para el baile se marchó.
Y como era tan bonita
todos le tiran pañuelos,
Antonio le tiró el de él
y no quiso recogerlo.
-A la salida del baile
te las tengo que cobrar,
o te corto la cabeza
o te mato a puñaladas.
A la salida del baile
no se las pudo cobrar,
porque había unas amigas
y el guardia municipal.
Al otro día temprano
Antonio se levantó,
se fue a casa de la novia
a cobrale la traición.
Y como era temprano
ella se estaba peinando,
le dijo-Márchate Antonio
mira que llamo a mi hermano.
-No lo llames, no lo llames
ni lo dejes de llamar,
la que me hisciste anoche
yo te las vengo a cobrar.
La cogió por una mano
a la sala se la lleva,
Y en la mitad del salón
tres puñaladas le pega.
A las cuatro y media en punto
bajo el padre a merendar,
-¿Quién ha sido el asesino,
quién ha sido el criminal?
-Yo he sido el asesino,
yo he sido el criminal,
yo fui quien mató a su hija
porque no quiso bailar.
-No la maté porque quise,
ni porque otro la quisiera,
la maté porque era mía
y no pude gozar de ella.
La llevan al cementerio
la ponen sobre una loza,
toda vestida de blanco
parecía una mariposa.
La bajaron de la loza
la pusieron en el suelo,
su padre que allí se hallaba
la abató con un pañuelo.
Llamaron al asesino
por ver si la conocía.
-¡No la voy a conocer,
si ésta fue la novia mía!
Si el alcalde de este pueblo
cumpliera con su deber,
le daría cuatro tiros
a quien mató a esta mujer